EL OTRO - PRESENTACIÓN
Ser ella
Ella se llama
Marcela, su apariencia es la de una mujer de 38 años. Luego de preguntarle por
su edad, nos quedamos boquiabiertos, realmente tiene 47. Su gestualidad y algo
en el timbre de voz nos despistó. Ella no usa maquillaje, tiene la piel fresca
y el peinado secado al viento; esa naturalidad entona con su atuendo relajado,
más bien informal, pues no le interesan las marcas. Sobre él lleva un delantal manchado
con restos del material que utiliza en su oficio. Tiene las manos libres de
accesorios, tan solo unos aros simples y un collar color plomo haciendo juego, con
tintes de “hecho a mano” o artesanal. No creemos que la “belleza arquetípica”
la defina, porque eso no se ve a simple vista; la peculiaridad de sus facciones
se centra en las marcas de expresión alrededor de sus ojos que denotan el
enfoque que le da vida a sus obras y el exceso de gesticulaciones involuntarias
que solo surgen cuando está creando. Imaginamos que sus gustos musicales
engloban una época, influencia de haber transcurrido su adolescencia en los 90,
el rock nacional está presente en su playlist. Parece de las que disfruta una
buena comedia romántica en secreto, como si se avergonzara. La comida la
prefiere poco condimentada y lo más natural posible. Sus gestos evidencian a
una persona calmada, que no recurre a la violencia para defenderse. Ella es
como la porcelana antes de su manipulación, antes de convertirse en algo
rígido; el color verde se nos viene al imaginarla, con aroma al jazmín que
crece a finales de septiembre en una tarde con tonos anaranjados, dónde tenés
que ponerte un saquito porque el viento comienza a soplar frio, pero se resiste
con un mate caliente. De fondo suena “Rie chinito” de Perotá Chingó. Ella
disfruta de los sábados cuando comienza a caer el sol, le gusta la calma antes
de la vorágine de la noche porteña. Su lugar en el mundo es la ribera de un rio
tranquilo, ella escucha el sonido del agua y el eco del viento.
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